Los ciberataques dirigidos a sitios y aplicaciones web son cada vez más frecuentes, sofisticados y dañinos. Lo que antes parecía un problema lejano, reservado a grandes corporaciones o entidades públicas, hoy alcanza a cualquier empresa que dependa de su presencia digital. La ciberseguridad ha dejado de ser un requisito normativo para convertirse en un factor estratégico clave en la continuidad del negocio.

Cuando los conflictos globales se trasladan a lo digital

En 2024 el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) gestionó 97 348 incidentes, un aumento del 16,6 % respecto al año anterior, de los cuales el 32,4 % (más de 31 500) afectaron a empresas.

La actividad de los ciberatacantes está directamente influida por el contexto geopolítico y el vector web se ha convertido en el escenario principal de confrontación digital.

Entre las tácticas más comunes se encuentran los ataques de denegación de servicio distribuida (DDoS), que buscan saturar servidores con tráfico malicioso para dejarlos fuera de servicio.

Este escenario marca un cambio de paradigma. Aunque muchos ataques siguen centrados en robar datos sensibles, cada vez más tienen como objetivo paralizar la actividad y poner a prueba la resiliencia de las infraestructuras digitales.

¿Por qué es un problema para cualquier empresa?

Un comercio electrónico que recibe pedidos, un medio digital que depende de su tráfico o una pyme que utiliza su web como canal de ventas comparten un mismo punto en común: mantener su sitio disponible y seguro.

Las consecuencias más habituales incluyen:

  • Interrupción de operaciones: una web caída impide que los clientes accedan a productos o servicios, lo que deriva en pérdida de ventas e incluso en clientes que se van a comprar a la competencia.

  • Pérdida de confianza: un incidente de seguridad puede deteriorar la reputación corporativa en cuestión de horas.

  • Costes ocultos: restaurar sistemas, reforzar defensas tras un ataque o enfrentar sanciones por incumplimientos normativos implica gastos imprevistos.

Sea cual sea el tamaño de la organización, la seguridad de los activos digitales define hoy la continuidad del negocio.

Una necesidad transversal

Las grandes compañías suelen disponer de equipos de ciberseguridad dedicados, mientras que en las organizaciones de menor tamaño los recursos suelen ser una barrera. Sin embargo, la exposición al riesgo es la misma. Por eso, invertir en soluciones de protección es clave para garantizar la continuidad del negocio, la confianza de los clientes y la integridad de los datos.

La ciberseguridad como estrategia

Para ordenar prioridades y acciones a la hora de proteger los sitios y aplicaciones web se requiere un enfoque estratégico que combine estos tres ejes fundamentales:

  1. Prevención: se trata de reducir la superficie de riesgo y establecer la primera línea de defensa. Incluye desde manuales de crisis y formación de empleados en prácticas seguras hasta tecnologías específicas para entornos web y API, como firewalls de aplicaciones (WAF), autenticación multifactor y validación estricta del tráfico entrante.

  2. Detección temprana: la clave es identificar comportamientos anómalos antes de que escalen. Reconocer un pico de tráfico inusual, comportamientos sospechosos o patrones anómalos antes de que se conviertan en un incidente crítico significa ganar tiempo para reaccionar y minimizar consecuencias. En entornos con gran volumen de tráfico, es fundamental diferenciar entre usuarios legítimos y bots maliciosos, algo que requiere capacidades de análisis avanzado.

  3. Respuesta automatizada: cuando se confirma un ataque, lo ideal es contar con mecanismos que actúen en tiempo real. De esta manera el tráfico legítimo sigue fluyendo mientras se mitiga el impacto del tráfico malicioso. Automatizar la respuesta alivia la carga de los equipos técnicos y permite mantener el servicio activo y asegura que el impacto sea mínimo.

Cómo Transparent Edge encaja en este enfoque

Aquí es donde soluciones como las de Transparent Edge cobran relevancia. Con una red de más de 70 puntos en 40 países, su plataforma ofrece protección integral en tiempo real, filtrando ataques DDoS, bots e inyecciones maliciosas sin afectar a usuarios legítimos.

Para las organizaciones digitales, significa contar con un respaldo certificado bajo estándares como ISO 27001 y ENS categoría alta, que combina seguridad y rendimiento para convertir la ciberseguridad en un facilitador del negocio. Porque un entorno protegido es también un entorno más confiable y competitivo.